Sin equidad, no hay justicia.
No hay declaración de
derechos humanos que pueda tener valor para el individuo sino en la
expresa sanción social que reconozca en cada hombre la facultad de
disponer de todo cuanto existe para su utilidad, en razón de sus
necesidades, sin otro límite que la posibilidad colectiva. La solución
del problema, de las relaciones entre el individuo y el agregado de
individuos que se llama sociedad, debe producirse al mismo tiempo en el
campo económico y en el político.
Siendo la base moral y
jurídica de la economía individualista, hoy dominante, un principio
diametralmente opuesto al que impera en las leyes biológicas de los
agregados animales superiores, como la especie humana, la revolución que
hoy se presenta fatal en la historia no puede ser otra que una
resurrección profunda de estos fundamentos morales de la sociedad
moderna, que después de un siglo de desenfrenada competencia del
individuo en la lucha vital, ha agotado ya toda la parábola ascendente y
descendente de sus fuerzas, para dar vida a nuevas formas de
convivencia en las cuales el hombre en lugar de conquistar el bienestar
luchando contra sus propios semejantes, procura asegurarse la felicidad
con su concurso y en la estable garantía del bienestar reivindicado para
todos.
Pietro Gori